domingo, 3 de octubre de 2010

Gervilla Castillo, A.: "Creatividad, mentira infantil y educación. Repercusiones sociales". Málaga, Innovare 1994

Los padres se preocupan al comprobar que su hijo miente posiblemente porque nos han enseñado que mentir es malo y la sociedad no lo aprueba, cuando se encuentran ante esta situación el primer paso debe ser averiguar que es la mentira de su hijo y porque miente, el segundo paso consiste en buscar estrategias adecuadas que estimulen el desarrollo de una personalidad sana y el equilibrio emocional.

Debemos distinguir la mentira de la fantasía el niño pequeño no premedita la fantasía el niño muy pequeño no premedita la mentira porque es incapaz de diferenciar claramente entre su mundo interior y el exterior, lo que tiene vida de lo inanimado, sus deseos o sueños y la realidad. El pequeño trasforma y anima los objetos como producto de su imaginación y los cambia en función del momento afectivo, un palo de madera puede ser una espada, una serpiente, un compañero de juego, un caballo… cuando el niño fantasea no tiene pretensión de engañar o mentir de hecho cree lo que cuenta sin distinguir claramente entre lo real y lo fantástico.
El niño disfruta con sus fabulaciones porque le permite modificar su entorno de acuerdo a sus deseos, se siente feliz porque cambia lo que no le gusta juega con un amigo imaginario si se siente solo, habla con un abuelo que ha fallecido, es el más fuerte jugando con los muñecos… Sus representaciones imaginarias tienen tanta fuerza como lo que percibe.
La fantasía infantil está íntimamente vinculada con el juego en realidad el pequeño ensaña la realidad adulta a través del juego simbólico o de simulación, por medio de este tipo de juegos el niño pasa de la utilización realista de los objetos a usarlos en una secuencia simbólica asociada a una emoción, juega a las mamas, a comprar y vender, a los médicos, para los juegos de simulación el niño suele inspirarse en lo que ve hacer a los adultos de su entorno.
Hasta los cuatro años aproximadamente el niño considera verdad aquello que experimenta a medida que crece poco a poco aprende a percibir la realidad diferenciándola del producto de su imaginación. No podemos establecer el momento exacto del desarrollo imaginativo, pero entre los cuatro y los cinco años la maduración de las estructuras cerebrales permite que el niño exprese su imaginación creadora manteniendo el sentido real de su entorno. Es entonces cuando comienza a distinguir lo real de lo fantástico pudiendo aparecer la capacidad de mentir, no obstante los niños muy imaginativos, hasta los ocho nueve o más años, podrían seguir fantaseando como lo han hecho en años anteriores.
El niño miente cuando deforma premeditadamente un hecho real, afirma o niega algo que no es cierto con intención de engañar al mentir el pequeño mantiene una idea que está en desacuerdo con la verdad pretendiendo inducir a error a los demás. Para que exista la mentira infantil debe haber intencionalidad y consciencia de haber modificado un hecho real.
Muchos psicólogos afirman que no se puede hablar de mentira antes de los seis o siete años, incluso cuando el niño alcanza esta edad de la razón habría que analizar su madurez, personalidad, mundo emocional, lenguaje e imaginación, pues podría ocurrir que no siempre fuera capaz de diferenciar su fantasía de la realidad.
¿Por qué mienten los niños? Los niños pueden mentir por muchas razones principalmente por imitación o presión social, para recibir reconocimiento, por quedar bien, para evitar consecuencias desagradables, irresponsabilidades, para ser convincente, por timidez para parecer gracioso, por albergar sentimientos de culpabilidad, agresividad…
Los niños a menudo afirmar o niegan invirtiendo los datos de la realidad. Estas pseudomentiras son productos originales del pensamiento infantil, creen que enunciando un hecho lo convierten en realidad por arte de magia. En ocasiones los niños también inventan mentiras fantásticas para evadirse de un entorno desagradable o aburrido.
Cuando el pequeño miente recibe desaprobaciones de los adultos de su entorno, aprende que esta es una falta grave contraria a las reglas de la conducta adecuada y normalmente se siente culpable. El sentimiento de culpa y la preocupación por perder la afectividad de las personas a quienes quiere puede tener consecuencias y provocar cambios en su comportamiento. Con frecuencia el niño utiliza un mecanismo de compensación que le conduce a seguir mintiendo.
Las mentiras también son un mecanismo de compensación cuando el niño no destaca en los estudios, los deportes, u otras actividades que los padres, profesores o amigos consideran importantes. Para no sentirse incompetente crea fantasías que pretende hacer creer a los demás.
Cuando el niño tiene un nivel bajo de autoestima recurre a la mentira para conseguir el reconocimiento de los demás o para evitar burlas sarcasmos y desprecios, si los adultos y otros niños le humillan, critican o ridiculizan impiden que el pequeño logre su deseo de ser valorado y querido, socavando aun más la imagen que tiene de sí mismo, ante sentimientos de inferioridad fracaso o de infravaloración, para el niño la mentira compensa la deficiencia.
En demasiadas ocasiones los niños observan circunstancias en los que otros obtienen beneficios con la mentira y consecuencias negativas cuando son sinceros, cuando el entorno es severo, inflexible, intransigente y se utiliza el castigo con frecuencia los niños aprenden a mentir para librarse castigos y enfados muchos adultos piensan que los niños dejan de mentir por miedo al castigo, esto es un gran error y lo único que conduce es al perfeccionamiento del tipo de mentiras.
Los niños también aprender a mentir porque los adultos de su entorno les enseñamos sin querer con nuestro ejemplo, utilizamos pequeñas mentiras de convección, exageración o de defensa para eludir situaciones, por ejemplo decir que no estamos para no atender una llamada telefónica, disculparnos alegando un malestar inexistente para evitar una reunión… Somos el modelo a imitar, ellos nos observan en todo momento y utilizan las mismas estrategias para evitar las situaciones que no les agradan.
Las mentiras también pueden ser utilizadas para conseguir la atención de los adultos importantes para el niño, él prefiere obtener la crítica el enfado o el castigo de las personas que quiere antes que su indiferencia, en muchos casos los padres le prestan suficiente atención, pero no del tipo que el niño puede necesitar.
¿Qué hacer para evitar o corregir las mentiras? La mentira no forma parte de la carga genética del niño es un comportamiento aprendido, de modo que pueden utilizarse estrategias para evitarlo disminuir su frecuencia y eliminarlo. Por ejemplo: realizar un análisis para determinar las razones que conducen a mentir a los pequeños, inseguridad, autoestima baja, temor, llamar la atención… y trazar las razones antes que el hecho de mentir. Facilitar un clima de afectividad seguridad y confianza para el niño, aceptarle tal como es y enseñarle a admitirse y sentirse satisfecho de sí mismo, con sus cualidades y sus limitaciones procurando que nunca trate de imaginarse de manera distinta a como es en realidad. Rodear al niño de un ambiente relajado y sincero donde la mentira no tenga cabida, en este ambiente los principales modelos de sinceridad a imitar son los adultos que en ningún momento tratan de ser perfectos, admiten sus propios errores, saben pedir perdón y perdonan de corazón. La afectividad y la confianza mutua adulto niño deben constituir la base de la relación. Hacer ver a l niño que tiene más ventajas decir la verdad alabar su conducta cuando sea sincero, procurar que nunca obtenga beneficios con la mentira. Propiciar ocasiones para que el niño obtenga éxitos en lo que hace demostrar que no obtendrá castigos por admitir sinceramente que ha hecho o dicho algo que está mal y darle oportunidad para enmendarse.

El niño no miente por placer, siempre hay una causa en muchas ocasiones la mentira puede ser un grito de socorro pidiendo ayuda para enfrentar una realidad que le resulta difícil aceptar, el amor de los padres por los pequeños debe conducirlo s a prestar la ayuda que están necesitando en vez de castigar su conducta.

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